Hola amigos, después de 11 largos meses (los 9 del embarazo más los 2 que tiene el bebé) hoy al fin me he hecho el tiempo de escribir.
Antes de comenzar, quiero agradecer todas las invitaciones a las que no pude ir, ahora, si me quieren invitar, avísenme con tiempo para encontrar niñera.
Y es que cuando digo que la cerveza y la maternidad no combinan, es que realmente es una permutación imposible, por que cuando estamos abriendo nuestros manjares, ella estalla en llanto, así es que entre pañales, mamaderas, consuelos eternos, no sé ni lo que abrí.
Volví a mis andanzas, pero un vasito de Kross Lupulus me mareó, una Volcanes de chocolate me dio náuseas y 2 latitas de Stella me dieron acidez.
Así es que tuve que comenzar desde cero, primero por que perdí mi súper poder, ese que me hacía aguantar entre 8º y 10º, segundo por que mi presupuesto se ha visto un tanto reducido debido a la enorme cantidad de menesteres que trae consigo un neonato y tercero, ahora mis catas han sido desde el hogar, en la terraza, en la cocina y hasta arriba de la cama......quién me ha visto y quién me ve, yo que estuve en finas catas en elegantes hoteles, invitada estrella en lanzamientos, ahora me veo toda despeinada, a veces sin ducharme esperando a que Save My Day llegue con la promo que mi querido comensal compró para mí y también esperándolo a él, casi con tersianas para que asuma el relevo.
Hoy la enana ha llorado casi todo el día, por que sí y por que no, he aprendido que los bebés sufren, que la maternidad es hermosa pero ruda y que hay alguien que realmente no puede vivir sin mí.
Mi querido compañero ha llegado con una St. Bernardus Prior 8 que ha tenido la supremacía de eliminar el sentido de la audición, le hago el cambio de mando y me voy a mi terraza, esperaré despierta hasta la papa de las 3.